sábado, 28 de febrero de 2009

Machado, Antonio. A un olmo seco.

(El olmo seco, en El Espino. Soria)


Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verde le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
hunden sus telas grises las arañas.

Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que, rojo en el hogar, mañana
ardas, de alguna mísera caseta
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hacia la mar te empuje,
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

Soria, 20 de febrero de 1913.

Antonio Machado (1875-1939)

viernes, 27 de febrero de 2009

Machado, Antonio. A José Mª Palacio.

(El Espino, Soria)

Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, Primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aún las acacias estarán desnudas
y nevados los montes de las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entré las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
Por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...

Baeza, 29 de abril de 1913
Antonio Machado (1875-1939)

(El féretro de Antonio Machado conducido por compañeros exiliados)

jueves, 26 de febrero de 2009

De Otero, Blas. Palabras reunidas para A. Machado


"Un corazón solitario
no es un corazón"
(A. Machado)

Si me atreviera
a hablarte,
a responderte,
pero no soy,
solo,
nadie.
Entonces,
cierro las manos, llamo a tus raíces,
estoy
oyendo el lento ayer:
el romancero
y el cancionero popular; el recio
són de Jorge Manrique;
la palabra cabal
de fray Luis; el chasquido
de Quevedo;
de pronto,
toco la tierra que borró tus brazos,
el mar
donde amarró la nave que pronto ha de volver.
Ahora,
removidos los surcos (el primero
es llamado Gonzalo de Berceo),
pronuncio unas pocas palabras verdaderas.
Aquéllas
con que pedí la paz y la palabra:
Árboles abolidos,
volveréis a brillar
al sol. Olmos sonoros,
altos álamos, lentas encinas,
olivo
en paz, árboles de una patria árida y triste,
entrad a pie desnudo en el arroyo claro,
fuente serena de la libertad.
Silencio.
Sevilla está llorando, Soria
se puso seria. Baeza
alza al cielo las hoces (los olivos
recuerdan una brisa granadamente triste.)
El mar
se derrama hacia Francia, te reclama,
quiere,
queremos
tenerte, convivirte,
compartirte como el pan.

De "En castellano" (1960)

Blas de Otero. (1916-1979)

miércoles, 25 de febrero de 2009

Darío, Rubén. Oración por Antonio Machado.


Misterioso y silencioso
iba una y otra vez.
Su mirada era tan profunda
que apenas se podía ver.
Cuando hablaba tenía un dejo
de timidez y de altivez.
Y la luz de sus pensamientos
casi siempre se veía arder.
Era luminoso y profundo
como era hombre de buena fe.
Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
Conduciría tempestades
o traería un panal de miel.
Las maravillas de la vida
y del amor y del placer,
cantaba en versos profundos
cuyo secreto era de él.
Montado en un raro Pegaso,
un día al imposible se fue.
Ruego por Antonio a mis dioses,
ellos le salven siempre. Amén.

(De "El canto errante", 1907)

(Ppágina oficial de Rubén Darío)

Escucha el poema recitado por Juan Gelman)


martes, 24 de febrero de 2009

Goystisolo, José Agustín. Homenaje en Collioure.

(José A. Goytisolo)

Aquí, junto a la línea
divisoria, este día
veintidós de febrero,
yo no he venido para
llorar sobre tu muerte,
sino que alzo mi vaso
y brindo por tu claro
camino, y por que siga
tu palabra encendida,
como una estrella, sobre
nosotros ¿nos recuerdas?
aquellos niños flacos,
tiznados, que jugaban
también a guerras, cuando,
grave y lúcido, ibas,
don Antonio, al encuentro
de esta tierra en que yaces.

José Agustín Goytisolo (1928-1999)

lunes, 23 de febrero de 2009

González, Ángel. Camposanto en Collioure.

(Ángel González)
Aquí paz,
y después gloria.

Aquí,
a orillas de Francia,
en donde Cataluña no muere todavía
y prolonga en carteles de «Toros à Ceret»
y de «Flamenco's Show»
esa curiosa España de las ganaderías
de reses bravas y de juergas sórdidas,
reposa un español bajo una losa:
paz
y después gloria.

Dramático destino,
triste suerte
morir aquí
—paz
y después...—
perdido,
abandonado
y liberado a un tiempo
(ya sin tiempo)
de una patria sombría e inclemente.

Sí; después gloria.

Al final del verano,
por las proximidades
pasan trenes nocturnos, subrepticios,
rebosantes de humana mercancía:
manos de obra barata, ejército
vencido por el hambre
—paz...—,
otra vez desbandada de españoles
cruzando la frontera, derrotados
—...sin gloria.

Se paga con la muerte
o con la vida,
pero se paga siempre una derrota.

¿Qué precio es el peor?
Me lo pregunto
y no sé qué pensar
ante esta tumba,
ante esta paz
—«Casino
de Canet: spanish gipsy dancers»,
rumor de trenes, hojas...—,
ante la gloria ésta
—...de reseco laurel—
que yace aquí, abatida
bajo el ciprés erguido,
igual que una bandera al pie de un mástil.

Quisiera,
a veces,
que borrase el tiempo
los nombres y los hechos de esta historia
como borrará un día mis palabras
que la repiten siempre tercas, roncas.

Ángel González (1925-2008)

Escucha poemas de Ángel González en
La palabra virtual

domingo, 22 de febrero de 2009

Machado, Antonio. Último verso.

"Estos días azules y este sol de la infancia"

Último verso escrito por Antonio Machado
(
Sevilla, 26 de julio de
1875 - Colliure, 22 de febrero de 1939)



Video documental "Machado, última memoria",
del Instituto Cervantes

Enlaces de interés sobre la vida y la obra de A. Machado:

Machado y Soria
Machado in memoriam
La página de Abel Martín
Paco Ibañez canta a Machado

sábado, 21 de febrero de 2009

Anónimo. Romance del prisionero. Paco Ibáñez

Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir al amor;
sino yo, triste, cuitado,
que vivo en esta prisión;
que ni sé cuándo es de día
ni cuándo las noches son,
sino por una avecilla
que me cantaba el albor.
Matómela un ballestero;
déle Dios mal galardón.

Anónimo

(Escucha la versión de Paco Ibáñez)

viernes, 20 de febrero de 2009

Marqués de Santillana. La vaquera de la Finojosa.

Moça tan fermosa
non ví en la frontera,
como una vaquera
de la Finojosa.

Faziendo la vía
del Calatraveño
a Santa María,
vençido del sueño,
por tierra fragosa
perdí la carrera,
do ví la vaquera
de la Finojosa.

En un verde prado
de rosas e flores,
guardando ganado
con otros pastores,
la ví tan graciosa,
que apenas creyera
que fuese vaquera
de la Finojosa.

Non creo las rosas
de la primavera
sean tan fermosas
nin de tal manera;
fablando sin glosa,
si antes supiera
de aquella vaquera
de la Finojosa.

Non tanto mirara
su mucha beldad,
porque me dexara
en mi libertad.

Mas dixe: "Donosa
(por saber quién era),
¿aquella vaquera
de la Finojosa?..."

Bien como riendo,
dixo: "Bien vengades,
que ya bien entiendo
lo que demandades:
non es desseosa
de amar, nin lo espera,
aquessa vaquera
de la Finojosa.

Don Íñigo López de Mendoza, Marqués de Santillana (1398 - 1458)

Escucha este poema y otros de este autor en
La Palabra Virtual

jueves, 19 de febrero de 2009

Anónimo. Romance de Abenamar.

"¡Abenámar, Abenámar,
moro de la morería,
el día que tú naciste
grandes señales había!
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida:
Moro que en tal signo nace
no debe decir mentira."
Allí respondiera el moro,
bien oiréis lo que decía:
"Yo te lo diré, señor,
aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
y una cristiana cautiva;
siendo yo niño y muchacho,
mi madre me lo decía:
que mentira no dijese,
que era grande villanía:
por tanto, pregunta, rey,
que la verdad te diría."
"Yo te agradezco, Abenámar
aquesa tu cortesía.
¿Qué castillos son aquéllos?
¡Altos son y relucían!
"El Alhambra era, señor,
y la otra la Mezquita;
los otros los Alixares,
labrados a maravilla.
El moro que los labraba
cien doblas cobraba al día,
y el día que no los labra,
otras tantas se perdía.
El otro es Generalife,
huerta que par no tenía;
el otro Torres Bermejas,
castillo de gran valía."
Allí habló el rey don Juan,
bien oiréis lo que decía:
"Si tú quisieses, Granada,
contigo me casaría;
daréte en arras y dote
a Córdoba y Sevilla."
"Casada soy, rey don Juan,
casada soy, que no viuda;
el moro que a mí me tiene
muy grande bien me quería."

Anónimo del siglo XV

miércoles, 18 de febrero de 2009

Arcipreste de Hita, Juan Ruiz. Libro del buen amor.


La buhonera con su cesto va tocando cascabeles,
pregonando sus joyas, sortijas y alfileres.
Decía: -“¡Llevo toallas! ¡Compradme estos manteles!”
Doña Endrina la vio y dijo: -“Entra aquí, no receles.”

Entró la vieja en casa; díjole: “Mi señora, hija,
para esa mano bendita, aceptad esta sortija.
Dejadme que, en secreto, una ocurrencia os diga
que he pensado esta noche.” Poco a poco la aguija.

-“Hija, siempre estáis en la casa encerrada.
Envejecéis a solas, sin ser vista y admirada:
salid, mostrad en la plaza vuestra beldad loada;
entre cuatro paredes, no vais a ganar nada.

En esta villa vive gallarda mancebía,
muy apuestos mancebos de mucha lozanía,
en todas las costumbres mejoran cada día,
nunca se ha reunido tan buena compañía.

Aunque soy pobre, me acogen con cordialidad;
el mejor y el más noble de linaje y beldad
es don Melón de la Huerta, buen chico de verdad:
a los demás supera en hermosura y bondad.

martes, 17 de febrero de 2009

De Berceo, Gonzalo. Los milagros de Nuestra Señora. La boda y la virgen.

Ilustración de Gonzalo de Berceo
que se conserva en la Casa de los Chapiteles (Logroño).


Cuando llegó la noche, la hora en que durmiesen,
hicieron a los novios un lecho en que yaciesen;
pero antes de que entrambos algún solaz tuviesen,
los brazos de la novia nada tenían que ciñesen

Fuésele de las manos, fugósele el marido,
nadie saber pudo adónde había huido.
súpolo la Gloriosa tener bien escondido:
no quiso consentir que fuese corrompido

Gonzalo de Berceo (c.1198-1265?)

lunes, 16 de febrero de 2009

Anónimo. Poema de Mío Cid


(Estatua del Cid, en la ciudad de Burgos)

Cantar Primero.
Destierro del Cid.
Mio Cid sale de Vivar hacia Burgos. Presagios en el camino. Entra en Burgos. Nadie hospeda al Cid. Sólo una niña se le acerca y le manda alejarse. El Cid se ve obligado a acampar en las afueras de Burgos, en la glera.

De los sos ojos tan fuertemientre llorando
tornava la cabeça e estávalos catando,
vio puertas abiertas e uços sin cañados,
alcándaras vazías, sin pielles e sin mantos
e sin falcones e sin adtores mudados.
Sospiró mio Çid, ca mucho avié grandes cuidados,
fabló mio Çid bien e tan mesurado,
-Grado a ti, Señor, Padre que estás en alto,
esto me an buelto mios enemigos malos.-
Allí piensan de aguijar, allí sueltan las riendas,
a la exida de Bivar ovieron la corneja diestra
e entrando a Burgos oviéronla siniestra.
Meçió mio Çid los ombros e engrameó la tiesta,
-¡Albriçia, Álbar Fáñez, ca echados somos de tierra!-
Mio Çid Ruy Díaz por Burgos entrava,
en su conpaña sessaenta pendones, exiénlo ver mugieres e varones,
burgeses e burgesas por las finiestras son,
plorando de los ojos, tanto avién el dolor,
de las sus bocas todos dizían una razón,
-¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señor!-
Conbidarle ien de grado, mas ninguno non osava,
el rey don Alfonso tanto avié la grand saña,
antes de la noche, en Burgos d'él entró su carta
con grand recabdo e fuertemientre sellada,
que a mio Çid Ruy Díaz que nadi nol' diessen posada,


e aquel que ge la diesse sopiesse vera palabra,
que perderié los averes e más los ojos de la cara,
e aun demás los cuerpos e las almas.
Grande duelo avién las yentes cristianas,
ascóndense de mio Çid, ca no l'osan dezir nada.
El Campeador adeliñó a su posada,
assí commo llegó a la puerta, fallóla bien çerrada,
por miedo del rey Alfonso, que assí lo avién parado,
que si non la quebrantás por fuerça, que non ge la abriesse nadi.
Los de mio Çid a altas vozes llaman,
los de dentro non les querién tornar palabra.
Aguijó mio Çid, a la puerta se llegava,
sacó el pie del estribera, una ferídal' dava,
non se abre la puerta, ca bien era çerrada.
Una niña de nuef años a ojo se parava,
-Ya Campeador, en buen ora çinxiestes espada,
el rey lo ha vedado, anoch d'él entró su carta
con grant recabdo e fuertemientre sellada.
Non vos osariemos abrir nin coger por nada,
si non, perderiemos los averes e las casas
e demás los ojos de las caras.
Çid, en el nuestro mal vós non ganades nada,
mas el Criador vos vala con todas sus vertudes santas.-
Esto la niña dixo e tornós' pora su casa.


Cantar de Mío Cid

(Bájate el Cantar en el siguiente enlace:
Universidad de Texas)

domingo, 15 de febrero de 2009

Alfonso X el Sabio. Cantiga de Santa María 124


O que pola Virgen leixa
- 124 -

Como Santa Maria guardou un ome que apedraronque non morresse ata que sse mefestasse,porque jajava as vigias das sas festas.


O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á,
sempr[e] aqui lle demostra o ben que pois lle fará.

E dest' un mui gran miragre vos contarei, que oý
dizer aos que o viron, e o contaron assi
como eu vos contar quero; e, segun com' aprendi,
demostrou Santa Maria ena terra que está

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

Mui preto d' ambo-los mares, do gran que corr' arredor
da terra e ar do outro que é chamado Mor;
e mostrou Santa Maria, Madre de Nostro Sennor,
por un ome. E quen esto oyr, sabor averá

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

De jaja-la ssa festa de março, com' este fez,
que a jajou gran tempo. Mas porque foi a Xerez
e a Sevilla quand' eran de mouros, mais da vez,
foi acusado e preso, porque sen mandad' alá

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

Fora, e que o matassen logo, u non ouvess' al,
e que foss' apedreado porque fezo feito tal.
E ferindo-o, chamava a Reynna sperital,
dizendo: «Ay, Sennor, val-me, ben como valiste ja

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

A aqueles que sse fian en ti mui de coraçon,
e por aquesto non queras que moira sen confisson,
ca eu sempr' en ti fiando receb' aquesta paixon.»
Enton os que o matavan disseron: «E que será

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

Que por pedras que deitemos nono podemos matar?»
Enton o que llo mandava mandou-lle ferir e dar
mui grande con un venabre e depoi-lo degolar.
E non morreu por tod' esto, dizendo: «Por Deus, acá

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

Un crerigo mi aduzede, a que diga quanto fix
de mal, de que pedença de meus pecados non prix.»
E pois ll' esto feit' ouveron, diss': «Amigo, sempr' eu quix
servir a Santa Maria, a que nunca falirá

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

Nen fal aos que a serven.» E dizend' esto, morreu;
e de como nos creemos, Deus ssa alma recebeu.
E des que foi morto, logo a ora enbarveceu,
ca esse dia rapara sa barva en Alcalá

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

De Guadayra; e jouve un tempo, creede ben,
assi, que ave nen besta dele non comiu per ren.
Esto fez Santa Maria, a Sennor que nos manten,
pola ssa gran piadade, e sempre nos manterrá.

O que pola Virgen leixa o de que gran sabor á...

Alfonso X, rey de Castilla y León (1221-1284)




(Otra cantiga: 159, en versión de Lemandier)


(Enlace a la Cantiga 37, traducida al castellano por
José Filgueira Valverde - Univ. Carolina del Norte (EE.UU) -
e ilustrada con miniaturas referidas a la narración)

sábado, 14 de febrero de 2009

De Quevedo, Francisco. Amor constante más allá de la muerte.


Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;

mas no, de esotra parte en la ribera,
dejará la memoria en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado,
serán ceniza, más tendrá sentido,
polvo serán, mas polvo enamorado

Francisco de Quevedo (1580-1645)

(Para un comentario detallado de este poema consultar CVC)

viernes, 13 de febrero de 2009

Shakespeare, William. Romeo y Julieta.


¡Silencio!
¿Qué resplandor se abre paso a través de aquella ventana?
¡Es el Oriente, y Julieta, el sol!
¡Surge, esplendente sol, y mata a la envidiosa luna,
lánguida y pálida de sentimiento
porque tú,
su doncella, la has aventajado en hermosura!

(Acto 2, Escena 2,)


But soft!
What light through yonder window breaks?
It is the East, and Juliet is the sun!
Arise, fair sun, and kill the envious moon
Who is already sick and pale with grief
That thou her maid art far more fair than she.

(The Balcony Scene, Act 2, Scene 2)

W. Shakespeare (1564-1616)

jueves, 12 de febrero de 2009

De la Vega, Garcilaso. Oda a la flor de Gnido

(Supuesto retrato de Garcilaso)

Si de mi baja lira
tanto pudiese el son que en un momento
aplacase la ira
del animoso viento
y la furia del mar y el movimiento;

y en ásperas montañas
con el süave canto enterneciese
las fieras alimañas,
los árboles moviese
y al son confusamente los trujiese,

no pienses que cantado
sería de mí, hermosa flor de Gnido,
el fiero Marte airado,
a muerte convertido,
de polvo y sangre y de sudor teñido;

ni aquellos capitanes
en las sublimes ruedas colocados,
por quien los alemanes,
el fiero cuello atados,
y los franceses van domesticados;

mas solamente aquella
fuerza de tu beldad sería cantada,
y alguna vez con ella
también sería notada
el aspereza de que estás armada:

y cómo por ti sola,
y por tu gran valor y hermosura
convertido en vïola,
llora su desventura
el miserable amante en tu figura.

Garcilaso de la Vega (1501-1536)

(Consulta aquí un buen comentario del poema)

Zerón, Lina. Azul.

Mi amor es azul:
Azul de mar y azul de cielo.
Azul del oleaje que cubre tus playas,
de peces azules que vagan tranquilos
o de mares profundos de inmensos vacíos.
Azul de la flama que incendia las noches,
o azul de los mares cubiertos de nieve.

Lina Zerón (1959 - )

(Descárgate antología imprescindible)



miércoles, 11 de febrero de 2009

Hernández, Miguel. A la luna venidera.


A la luna venidera
te acostarás a parir
y tu vientre irradiará
la claridad sobre mí.

Alborada de tu vientre,
cada vez más claro en sí,
esclareciendo los pozos,
anocheciendo el marfil.

A la luna venidera
el mundo se vuelve a abrir.

(De "Cancionero y romancero de ausencias")

Miguel Hernández (1910-1942)

(Enlaces a vídeos sobre la vida y poemas de Miguel Hernández)

martes, 10 de febrero de 2009

Guillén, Jorge. Del transcurso.


Miro hacia atrás, hacia los años, lejos,
Y se me ahonda tanta perspectiva
Que del confín apenas sigue viva
La vaga imagen sobre mis espejos.

Aun vuelan, sin embargo, los vencejos
En torno de unas torres, y allá arriba
Persiste mi niñez contemplativa.
Ya son buen vino mis viñedos viejos.

Fortuna adversa o próspera no auguro.
Por ahora me ahínco en mi presente,
Y aunque sé lo que sé, mi afán no taso.

Ante los ojos, mientras, el futuro
Se me adelgaza delicadamente,
Más difícil, más frágil, más escaso.

Jorge Guillén (1893-1984)

(En el enlace ofrecido con el nombre del poeta podrás escuchar poemas recitados)

lunes, 9 de febrero de 2009

De la Vega, Garcilaso. Soneto XXIII.


En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
enciende al corazón y lo refrena;

y en tanto que el cabello, que en la vena 5
del oro se escogió, con vuelo presto,
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto, antes que el tiempo airado 10
cubra de nieve la hermosa cumbre;

marchitará la rosa el viento helado.
Todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.

Garcilaso de la Vega (1501-1536)

domingo, 8 de febrero de 2009

Anónimo. Romance del conde Olinos. Nuevo Mester de Juglaria. Joaquín Díaz.


Madrugaba el Conde Olinos,
mañanitas de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe,
canta un hermoso cantar;
las aves que iban volando
se paraban a escuchar.

Bebe, mi caballo, bebe,
Dios te me libre del mal;
de los vientos de las sierras
y de las furias del mar.

Desde las torres más altas
la Reina le oyó cantar.
-Mira hija, como canta
la sirena de la mar.

-No es la sirenita, madre,
que esa tiene otro cantar;
que es la voz del Conde Olinos
que por mí penando está.

-Si es la voz del Conde Olinos
yo le mandaré matar;
que para casar contigo
le falta la sangre real.

-No le mande matar, madre,
no le mande usted matar;
que si mata al Conde Olinos
a mí la muerte me da.

Guardias mandaba la Reina
al Conde Olinos buscar,
que le maten a lanzadas
y echen su cuerpo a la mar.

La infantina, con gran pena,
no cesaba de llorar.
Él murió a la media noche
y ella, a los gallos cantar.

Anónimo.

(Consultar otras versiones y estudio comparativo)

(Escucha la versión de Nuevo Mester de Juglaría)




Y la de Joaquín Díaz:



sábado, 7 de febrero de 2009

De Góngora, Luis. Mientras por competir con tu cabello.

Detalle de a venus de Urbino, de Tiziano

Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

mientras a cada labio, por cogello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello,

goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lirio, clavel, cristal luciente,

no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Luis de Góngora (1561-1627)

(Descarga obra completa de Góngora)


viernes, 6 de febrero de 2009

Fuertes, Gloria. El corazón de la tierra.


El corazón de la Tierra
tiene hombres que le desgarran.
La Tierra es muy anciana.
Sufre ataques al corazón
—en sus entrañas—.
Sus volcanes,
laten demasiado
por exceso de odio y de lava.

La Tierra no está para muchos trotes
está cansada.
Cuando entierran en ella
niños con metralla
le dan arcadas.

Gloria Fuertes (1917-1998)

(Escucha un villancico de Gloria Fuertes cantado por Paco IBáñez)


jueves, 5 de febrero de 2009

Cernuda, Luis. El viento y el alma.


Con tal vehemencia el viento
viene del mar, que sus sones
elementales contagian
el silencio de la noche.

Solo en tu cama le escuchas
insistente en los cristales
tocar, llorando y llamando
como perdido sin nadie.

Mas no es él quien en desvelo
te tiene, sino otra fuerza
de que tu cuerpo es hoy cárcel,
fue viento libre, y recuerda.

Luis Cernuda (1902-1963)

(Álbum fotográfico y un poema de "Ocnos")

miércoles, 4 de febrero de 2009

Neruda, Pablo. No te quiero sino porque te quiero.


No te quiero sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.

Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.

Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.

En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

(Soneto LXVI de Cien sonetos de amor.)

Pablo Neruda.

(Escucha la versión de Antonio Vega)


martes, 3 de febrero de 2009

Mistral, Gabriela. Yo no tengo soledad.

Es la noche desamparo
de las sierras hasta el mar.
Pero yo, la que te mece,
¡yo no tengo soledad!

Es el cielo desamparo
si la Luna cae al mar.
Pero yo, la que te estrecha,
¡yo no tengo soledad!

Es el mundo desamparo
y la carne triste va.
Pero yo, la que te oprime,
¡yo no tengo soledad!

Gabriela Mistral (1889-1957)


(Documental sobre la poetisa chilena, Premio Nobel)


lunes, 2 de febrero de 2009

Guillén, Nicolás. La muralla.


Para hacer esta muralla,
tráiganme todas las manos:
los negros sus manos negras,
los blancos sus manos blancas.
Ay, una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa,
allá sobre el horizonte.
- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- Una rosa y un clavel ...
- ¡Abre la muralla!
- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- El sable del coronel ...
- ¡Cierra la muralla!
- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
- La paloma y el laurel ...
- ¡Abre la muralla!
- ¡Tun, tun!
- ¿Quién es?
El alacrán y el ciempiés ...
- ¡Cierra la muralla!
Al corazón del amigo,
abre la muralla;
al veneno y al puñal,
cierra la muralla;
al mirto y la yerbabuena,
abre la muralla;
al diente de la serpiente,
cierra la muralla;
al ruiseñor en la flor,
abre la muralla ...
Alcemos una muralla
juntando todas las manos;
los negros, sus manos negras,
los blancos, sus blancas manos.
Una muralla que vaya
desde la playa hasta el monte,
desde el monte hasta la playa,
allá sobre el horizonte ...

Nicolás Guillén (1902-1989)

(Escucha la versión de Ana Belén)